Lavado de dinero y cumplimiento: un desafío global para empresas y reguladores

El lavado de dinero (AML, por sus siglas en inglés Anti-Money Laundering) es uno de los mayores riesgos financieros y legales que enfrentan gobiernos, instituciones financieras y empresas en general. Consiste en introducir fondos de origen ilícito en el sistema financiero formal con el fin de darles apariencia legítima. ¿Qué es el lavado de dinero? El lavado de dinero suele desarrollarse en tres etapas: Colocación: ingreso del dinero ilícito en el sistema financiero o comercial (ejemplo: depósitos en efectivo, compra de bienes de alto valor). Estratificación: múltiples transacciones diseñadas para ocultar el origen de los fondos (transferencias internacionales, uso de empresas fachada, facturación falsa). Integración: reinserción del dinero ya “limpio” en la economía formal (inversiones, compra de inmuebles, participación en negocios legítimos). Este proceso no solo daña la integridad de los mercados, sino que también financia delitos graves como el narcotráfico, la corrupción, el terrorismo y la evasión fiscal. Cumplimiento y normativa internacional El cumplimiento normativo en materia de prevención de lavado de dinero implica adoptar políticas, controles y procedimientos que permitan detectar y reportar operaciones sospechosas. Entre las principales referencias internacionales destacan: GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional): organismo intergubernamental que emite las 40 Recomendaciones, estándares globales en materia de AML/CFT (financiamiento al terrorismo). OFAC, FinCEN y la Unión Europea: reguladores que establecen listas de sanciones, reportes obligatorios y lineamientos de debida diligencia. Normativas locales: cada país adapta los estándares internacionales a su legislación. En América Latina, las superintendencias de bancos, comisiones de valores y unidades de inteligencia financiera (UIF) supervisan el cumplimiento. Rol de las empresas y las instituciones financieras Los sujetos obligados —como bancos, aseguradoras, casas de valores, fintechs y hasta ciertos sectores no financieros (abogados, casinos, inmobiliarias)— deben: Aplicar políticas de “Conozca a su Cliente” (KYC). Implementar monitoreo transaccional para detectar patrones inusuales. Capacitar periódicamente a su personal en materia de riesgos AML. Reportar operaciones sospechosas a la Unidad de Inteligencia Financiera correspondiente. Adoptar un Oficial de Cumplimiento con independencia y recursos adecuados. Desafíos actuales Criptomonedas y activos digitales: nuevos canales de riesgo que exigen regulación y trazabilidad. Fintech y pagos electrónicos: requieren marcos claros para no convertirse en puertas abiertas al lavado. Cumplimiento basado en riesgos (RBA): los reguladores esperan que las empresas ajusten sus controles según la naturaleza, el tamaño y el riesgo de cada cliente o producto.

CKA Coaching and Consulting Team

9/10/20251 min read

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